Laura Rodríguez, reina de los envidiosos

Laura Rodríguez, reina de los envidiosos

Deliberada o fortuitamente, la señora Laura Rodríguez ha hecho match con nuestro pecado nacional, la envidia.

Opinión | 18 de octubre de 2024
Chus Gil

Amparada en la libertad de expresión que rige en nuestro país, y en la seguridad de que la casa real española no se defiende de los ataques de este tipo de personas, la periodista nicaragüense Laura Rodríguez, se dedica a monetizar vídeos y directos en YouTube, y quizá otras plataformas, poque injuriar y calumniar a la reina Letizia da mucho dinero. Y lo hace con verdadera pasión, con insistencia, buscando colaboradores que le den la razón en todo momento y que, a ser posible, amplifiquen más el odio. Pero ¿por qué tanto odio? Y ¿por qué hacia la reina? También hay otros personajes de la sociedad y la política española que le podrían servir para su objetivo, lucrarse, pero ella prefiere a Letizia. Deliberada o fortuitamente, la señora Laura Rodríguez ha hecho match con nuestro pecado nacional, la envidia. Y lo ha hecho con un nivel de excelencia que no se podría conseguir sin ser una envidiosa genuina, acreditada y palmaria, porque no es posible conectar con los envidiosos sin sufrir en lo más profundo de tus carnes el infierno de tu propia envidia.

La señora Laura Rodríguez, aparte de todo lo que ignora, tampoco sabe lo que Felipe de Borbón representa para los españoles. Hay que explicarle a esta periodista que, si bien fuimos capaces de tragarnos con resignación cristiana a Juan Carlos I (todo gracias a los esfuerzos y maniobras ilegítimas de políticos del régimen y de la posterior transición), la figura de Felipe estaba libre de todo pecado, es más, era el novio ideal para cualquier española, y así se palpaba en el ambiente cuando acudía al cine, salía a bailar a la pista de la discoteca o aparecía en algún evento. Pero Felipe solo podía casarse con una. Cuando todos creíamos que sería con Eva Sannum, el príncipe, sin siquiera haber reconocido que existía esa relación, emitió un comunicado donde decía que aquello se había terminado. ¿Qué pasó? Hubo demasiado tiempo para propagar el odio, y aquella campaña inacabable de acoso y derribo llegó a su fin con la rendición de Eva y, por consiguiente, la de Felipe. No podía volver a suceder. Cuando apareció Letizia, Felipe no dio lugar a que ocurriera lo mismo, y consiguió preservar su historia de amor, pillando por sorpresa a los odiadores, a los envidiosos.

Letizia rompía la cámara de lo preciosa que era. Buena periodista, empática, con un presente y un futuro exitosos, renunció a todo por amor, y formó con Felipe una de las parejas más bonitas que se pueden imaginar. Más allá de todo eso, desde su llegada a la Zarzuela, y estoy segura de que, gracias a ella, la monarquía se ha dado la vuelta como un calcetín, y ha sacado fuera todas las pelusas. Ya no tenemos Juan Carlos I y, además, todo el mundo es conocedor, al fin, de sus tropelías. Pero los envidiosos, en su delirio, pretenden ensuciar la imagen de esta pareja como sea, y Laura Rodríguez, periodista nicaragüense, quiere colocarse la primera en el hit parade. Incapaz de ver lo bueno y admirar, se dedica a inventar porquería y a envidiar, sin darse cuenta de que cada palabra que sale de su boca deforme, lo que realmente expresa es la frustración de no ser la persona objeto de su envidia. Sufre, Laura Rodríguez periodista, y ahorra, no sea que Letizia se empodere un día, dé un paso más, se acoja a las leyes, y te haga desaparecer con su real dedo.


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